La industria: crecimiento, identidad y futuro para España
Más allá de la producción, la industria es crecimiento, valor añadido, innovación, empleabilidad, identidad y talento cualificado.
La industria española no es solo una fuente de producción. Es una palanca estratégica de crecimiento económico que genera valor añadido; de innovación, investigación y desarrollo; de empleo cualificado y estable; de cohesión social y territorial; y de identidad colectiva. Su papel trasciende lo puramente económico, construyendo tejidos sociales resilientes y proyectando una cultura industrial que fortalece comunidades enteras.
En la octava edición del Congreso Nacional de Industria 2026, que se celebrará los próximos 4 y 5 de febrero en Bilbao, se abordará esa dimensión económica y social del sector bajo el lema “Lo bien hecho nos define”.
- Motor económico: riqueza, innovación y fortaleza estratégica
La industria es un pilar fundamental de la economía española, generando riqueza y actuando como motor de innovación y resiliencia.
Según datos de un informe de GAD3 de septiembre de 2025, el sector industrial aporta aproximadamente un 16% del PIB nacional si se considera su impacto ampliado. Esta proporción se confirma con los datos oficiales de la Contabilidad Nacional del INE:
- En 2023 (últimos datos consolidados), el peso de la industria en el PIB español fue del 14,7%, valorado en algo más de 220.000 millones de euros (220.097 millones).
- Según el avance publicado por el INE en septiembre de 2025, se espera que la industria superase de nuevo el 14% del total en 2024, alcanzando un valor superior a 227.000 millones de euros.
Esta actividad no es solo productiva, sino también transformadora y vital para nuestro sector exterior. La industria lidera el comercio internacional de España, siendo responsable de aproximadamente el 70% de las exportaciones totales de bienes. El volumen de estas exportaciones alcanzó los 383.700 millones de euros en 2024, destacando la fortaleza de sectores estratégicos como la automoción y componentes (más de 37.000 millones de euros) y la industria química.
De acuerdo con CaixaBank Research, cada euro extra generado por las industrias manufactureras tiene un efecto multiplicador muy potente en el resto de la economía, gracias a las cadenas de valor que genera.
El Gobierno impulsa este valor estratégico de la industria con inversiones sin precedentes: más de 3.300 millones de euros movilizados a través de los PERTEs (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) para impulsar la reindustrialización; lo que incluye sectores clave como el automóvil, los microchips (PERTE Chip, con 330 millones ya asignados) o la industria electrointensiva (más de 600 millones en los 10 primeros meses de 2025).
Números que dejan claro que la industria es un motor activo de transformación, innovación y resiliencia económica.
- Motor social: empleo cualificado, cohesión y desarrollo territorial
En términos de empleo, la industria sigue siendo un motor vital que genera puestos de trabajo estables y de calidad.
Los datos oficiales de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2025 lo confirman: la industria ocupa a 3.069.600 trabajadores en España, lo que supone una proporción sobre el empleo total del 13,71%.
Este empleo no solo es cuantitativo, sino estratégico, al generar puestos en actividades de alto valor añadido que contribuyen a la estabilidad laboral y al desarrollo profesional.
El sector industrial es un garante de la estabilidad laboral: según los datos de la EPA del tercer trimestre de 2025, la tasa de temporalidad en la industria se sitúa en el 10,95%, muy por debajo de la media nacional (que alcanza el 16,52%). Esta diferencia, que implica que la temporalidad industrial es un tercio inferior a la media del país, subraya el papel de la industria como el sector con menor temporalidad de entre las grandes ramas productivas, lo que refuerza su rol crucial en la creación de empleo de calidad y con mayor arraigo territorial.
Además, el impacto social de la industria es visible en todo el territorio nacional. Muchas inversiones industriales no se concentran únicamente en grandes ciudades. La implantación de fábricas produce un impacto social y económico significativo en comarcas enteras; generan empleo local, atraen talento técnico, fomentan la formación especializada y crean una identidad comunitaria sólida.
A través de la industria, estas regiones se transforman en ecosistemas de innovación y empleo cualificado. En suma, la industria ayuda a construir un modelo más equitativo y cohesionado, generando no solo riqueza, sino oportunidades reales para comunidades enteras.
- Motor cultural: identidad, talento y orgullo colectivo
La cultura industrial no es solo historia: es el activo intangible que une generaciones, valores y territorios.
En muchas zonas de España, la industria ha tejido una cultura propia en torno al talento técnico: operarios, ingenieros, diseñadores y expertos que han hecho de la industria una vocación local.
Esa cultura se traduce en orgullo: el ciudadano de un entorno industrial no solo vive cerca de una fábrica, sino que siente que su comunidad participa del éxito tecnológico y económico del país.
En Bizkaia, esa cultura industrial sigue muy viva y se ha transformado hacia la alta tecnología y la sostenibilidad. Empresas líderes como Sidenor (Basauri, aceros especiales de vanguardia), Petronor (Muskiz, energía), ITP Aero (Sestao y Zamudio, aeronáutica), Gestamp (Abadiño, automoción), Orbea (Mallabia, fabricación de bicicletas), Galletas Artiach (Orozko, alimentación), Haizea Wind Group (Zierbena, fabricación de torres eólicas offshore) o Siemens Gamesa (energía eólica, con oficinas centrales en Zamudio y plantas en las localidades guipuzcoanas de Asteasu y Mutiloa) son ejemplos de cómo la industria moderna genera una cultura industrial avanzada, basada en el conocimiento técnico, la innovación y el empleo cualificado. Su actividad es un reflejo del arraigo y el saber hacer de la comunidad local. La presencia de la sede social de Iberdrola, líder energético global, en la Torre Iberdrola de Bilbao, subraya además el papel de Bizkaia como un centro neurálgico empresarial y estratégico.
La industria moderna —automóvil, microelectrónica, energías avanzadas— no es solo fabricación: es un ecosistema de talento y futuro. Plantas de producción en el sector de automoción como las de Valladolid, Palencia (Renault), Martorell (Seat), Vigo, Figueruelas (Stellantis: Peugeot, Citroën y Opel), Almussafes (Ford) y Vitoria (Mercedes-Benz) son una prueba de arraigo y saber hacer de la comunidad local.
En definitiva, la industria construye un relato. No solo de producción, sino de identidad: de lo que España es… un país capaz de “hacer las cosas bien”.
“Lo bien hecho nos define” y… transforma
La industria española es mucho más que una parte de la economía: es una fuerza estructural con un impacto profundo en el modelo de crecimiento, en la cohesión social y en la identidad colectiva del país.
Invertir en ella, modernizarla e impulsarla no es solo una política económica: es un acto de construcción de futuro.
Una industria fuerte no solo impulsa la economía: construye país. Lo bien hecho no solo produce, sino que transforma. Y ese es el espíritu que inspira esta octava edición del Congreso Nacional de Industria.