¿Cómo de ser una Smart City? Esta es la visión de los más jóvenes
En el informe publicado por Naciones Unidas en 2017, sobre las perspectivas de población mundial, se asegura que en 2050 el 66% de la población vivirá en las ciudades. Por ello, si se quiere facilitar la vida de los habitantes de las áreas metropolitanas del futuro, resulta urgente empoderar a los ciudadanos en la ruta hacia esta nueva sociedad y en el cambio hacia el modelo de las Smart Cities.
En este contexto, el futuro ciudadano smart debe tener un papel protagonista. Saber gestionar datos e interpretarlos, ampliar sus conocimientos acerca de la ciberseguridad, tener competencias digitales, conocer mecanismos de ahorro de energía o técnicas de reciclaje y estar sensibilizado respecto a la importancia de la movilidad eléctrica, son algunos de los aspectos en los que se espera que se desenvuelva con soltura.
Por otra parte, las ciudades inteligentes se sustentan en tecnología, innovación y conectividad, pero debemos ser conscientes de que las tecnologías digitales no hacen nada por sí solas, sino que es el uso que la gente hace de ellas lo que les da valor. Por eso, y aunque parezca obvio, es necesario incidir: las Smart Cities van a demandar ciudadanos inteligentes y entre ellos también hay que acordarse de incluir a los más jóvenes.
El futuro de las ciudades inteligentes no puede concebirse sin la participación de este público. Los niños y niñas también pueden diseñar ciudades inteligentes, pero siempre teniendo en cuenta que primero deben entender las tecnologías que hay detrás de cada solución. Sólo así, serán capaces de resolver los retos que observan cada día en sus colegios, comunidades, barrios o ciudades.
Para ello, ya se han comenzado a implementar proyectos en el sistema educativo que familiarizan a los niños y niñas con elementos como la innovación, la creatividad y el uso de nuevas tecnologías. Se trata de promover las orientaciones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), dar valor a aspectos como la cooperación, la colaboración, el trabajo en equipo o el talento y, en definitiva, que sean ellos los que resuelvan las problemáticas de su entorno proporcionando soluciones con las infinitas posibilidades que ofrece la llegada de las nuevas tecnologías.
Proyectos para la ciudad ideados y desarrollados por los más jóvenes
Uno de los ejemplos más interesantes de labor educativa en esta línea es el que realiza Creática, entidad social sin ánimo de lucro que forma parte de la comunidad de innovación de La Nave en Madrid.
Desde 2015, Creática utiliza la tecnología en una doble vertiente: para que los jóvenes en riesgo de exclusión social con los que trabajan recuperen su potencialidad, valores y competencias a partir del aprendizaje de nuevas tecnologías como el Internet de las Cosas o la Impresión 3D; y para que, al mismo tiempo y a partir de esa transformación personal, se produzca un impacto en su entorno y en extensión, en la ciudad.
“Lo que produce valor es que los chavales entiendan la tecnología que hay detrás de las soluciones que observan en su día a día en cualquier rincón de la ciudad o de su barrio, y que después, partir del conocimiento que ellos tienen de sus entornos, sepan aportar las habilidades que han adquirido para resolver esas problemáticas”, explica Carlos Flores, director de Creática.
A través del desarrollo de las capacidades creativas que ofrece esta entidad, los jóvenes son capaces de entender, por ejemplo, que para poder utilizar dispositivos inteligentes hay que tener infraestructuras o una red de comunicación y que, en definitiva, la conectividad es una de las claves que hace más inteligente a la ciudad. “Creemos que ésta es la manera en la que hay que entender la Smart City, de abajo hacia arriba”, añade Carlos.
Uno de los proyectos más paradigmáticos y que mejor expresa el concepto que los más jóvenes tienen de lo que debería ser una ciudad inteligente, es el que realizó al año pasado Creática con sus niños y niñas en los Jardines del Arquitecto Ribera en Madrid. Producto de la iniciativa Tándem París-Madrid, los participantes prepararon una intervención para dotar de inteligencia a las infraestructuras de esta plaza de la capital de España. El experimento se dividió en tres niveles:
Soberanía energética: la primera intención de los niños y niñas que participaron en la ideación del proyecto fue dotar de soberanía energética a la plaza, para lo que convirtieron las infraestructuras de ese lugar en recolectoras de energía eléctrica gracias al uso de paneles fotovoltaicos. Los enchufes públicos que colocaron permitió suministrar de energía a las actividades culturales que se hacen en la propia plaza, pero también generar dinámicas sociales. Hoy en día es muy habitual ver en la plaza a los trabajadores de empresas de reparto que, junto a otras muchas personas, aprovechan para cargar sus dispositivos móviles.
Interactividad: la posibilidad de interactuar con todo lo que hay en la ciudad es otra de las cosas que más interesa a los jóvenes. En este caso, se centraron en poder modular con el teléfono móvil la iluminación de la plaza, y el modo en el que se decidió hacerlo fue mandando mensajes a través de Twitter. Una vez más la importancia de la conectividad cobró especial importancia.
Valor informativo: a imitación de Times Square en Nueva York, diseñaron una marquesina que sirviera de tablón de anuncios virtual para promocionar las diferentes actividades que se desarrollan en la plaza y ofrecer todo tipo de información al ciudadano a través de bots conversacionales.
En definitiva, la preocupación de los más jóvenes se encuentra en desarrollar tecnologías que hagan más agradable la vida del ciudadano y que al mismo tiempo le permita interactuar con la propia ciudad, creando una simbiosis entre personas y tecnologías.
Otros proyectos de Creática, que muestran por dónde van los intereses de los más jóvenes, se centran en generar espacios seguros en sus comunidades, desarrollar dispositivos para medir la polución y los niveles de ruido -incluso ya poseen prototipos para la absorción de CO2-, y en general, buscar soluciones tecnológicas sostenibles en torno a las energías verdes y el reciclaje.
Firmado: La Nave, el espacio de innovación urbana del Ayuntamiento de Madrid