Reindustrialización: los fondos Next Generation, ahí donde son necesarios
Si hay una cosa que nos ha demostrado la historia es que de los grandes desafíos a los que se enfrenta la humanidad surgen los grandes cambios sociales que nos hacen progresar. El COVID-19 ha supuesto la mayor tragedia de la historia reciente de la humanidad, pero también nos ha abierto los ojos a muchos aspectos en los que estábamos fallando en cuanto a equidad social, competitividad internacional, o protección ambiental, entre otros aspectos.Los fondos de recuperación Next Generation de la Unión Europea nos dan la oportunidad de empezar a trabajar seriamente en solucionar todas estas brechas, especialmente en lo que respecta al tejido empresarial e industrial de España.
Para que esta reindustrialización o regeneración del tejido industrial de España se haga efectiva mediante los fondos Next Generation tienen que darse algunos puntos que a mi modo de ver son clave:
En primer lugar, la base de cualquier tejido empresarial fuerte es el conocimiento y la capacitación. Tenemos que abordar una fuerte renovación en este sentido de tres entornos diferentes: la formación profesional, la formación universitaria y la formación continua. Los nuevos modelos productivos y sociales que queremos alcanzar requieren de nuevas profesiones en expansión, como la puesta en marcha y mantenimiento de robots, el trabajo con robótica colaborativa o el diseño de nuevos entornos industriales que saquen el máximo partido a la digitalización, y cuando hablo de entornos industriales me refiero desde algo tan obvio como la industria pesada a la digitalización de nuestro sector agrario para ser más competitivos y sostenibles. Para ello necesitamos formar adecuadamente a las personas, poniendo especial enfoque en dos grupos de población, los jóvenes, que sufren actualmente una de las mayores tasas de paro de la Unión Europea, y los profesionales a partir de un cierto rango de edad que corren el riesgo de quedarse descolgados de esta transformación social.
El segundo punto es tener claro los objetivos y un fuerte enfoque hacia los mismos, es decir, construir un modelo productivo y de servicios más sostenible, digital y – sobre todo – competitivo. Para ello, tenemos que prestar especial atención al destino de los fondos y establecer los mecanismos adecuados para estar seguros de que se utilizan con estos objetivos. Tenemos muchas oportunidades de mejora como reducir nuestra factura y dependencia energética invirtiendo en las tecnologías adecuadas o potenciar la descarbonización de la sociedad y a la vez ahorrar costes mediante las tecnologías digitales o la movilidad eléctrica, pero los fondos tienen que impulsar directamente estas oportunidades y no diluirse en otros proyectos que no generen los cambios que nuestra sociedad necesita.
En tercer lugar, debemos tener claro que nuestro tejido empresarial está fundamentalmente formado por PYMES y, por lo tanto, debemos establecer los mecanismos para que las ayudas lleguen directamente a ellas. No podemos poner barreras como la creación de consorcios o la obligación de iniciar grandes proyectos de inversión para acceder a los fondos Next Generation. Todos, desde las compañías más pequeñas o los emprendedores hasta las empresas de tamaño mediano deben poder acceder a realizar mejoras en su competitividad y sostenibilidad a través de estos fondos. No podemos aplicar una política del “todo o nada”, ya que los pequeños pasos, las pequeñas inversiones, agregadas, son las que más potencial tienen de contribuir a los objetivos que perseguimos.
Por último, debemos hacer todo esto de una forma sencilla, acercando las instituciones que van a gestionar estos fondos a las empresas y ciudadanos, mejorando la comunicación sobre todas las oportunidades disponibles y, además, reduciendo al máximo la burocracia ya que la mayoría de pequeñas empresas y emprendedores no disponen de recursos para afrontar farragosos procesos de solicitud de ayudas.
Autor: Luis Peregrina, Country Finance Manager ABB Spain
Linkedin: Luis Peregrina
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